Lizbeth Ahumada Yanet
El pasado 2 de marzo el Ejército colombiano bombardeó un campamento
guerrillero y, aunque aún no se informa el número total de fallecidos, se sabe
que al menos doce de ellos eran niños. Luego de conocerse el hecho, el ministro
de la Defensa, Sr. Diego Molano, declaró a varios medios de comunicación que a
estos menores había que considerarlos, no como víctimas, sino como “máquinas de
guerra”. Quien hace la impúdica afirmación no es ni más ni menos que el otrora
director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, encargado de velar por
los Derechos de los niños.
Esta acción militar resignifica la acaecida en el año 2019 en la cual,
también por un bombardeo militar, murieron ocho niños. El ministro de la Defensa
de la época tuvo que renunciar después de recibir del Congreso nacional una
moción de censura. Lo nuevo entonces se refiere a la nominación que da lugar a
la deshumanización de la acción; que se dirige al niño como objeto
instrumental, como plus de goce de la acción de guerra. Ya el niño no es
tratado como el límite de la operación del enemigo, como el escudo que blinda
del ataque, puesto que, en este caso, el Estado ha declarado la mismidad en las
condiciones que lo hacen objetivo militar: una máquina de guerra contra otra
máquina de guerra.
Para justificar su afirmación, el Sr. Molano dijo que los perseguidos
por el Estado hoy fueron niños reclutados por la guerrilla, que se convirtieron
en criminales; es decir, se toma al reclutamiento como la puerta de entrada a
la instrucción de un potencial combatiente. Desde este punto de vista, los
menores son potenciales criminales enemigos del Estado que deben ser atacados y
eliminados antes de su pleno desarrollo, para interrumpir el cerramiento del circuito.
Nadie cuestionó sobre las condiciones que favorecen la inserción de los niños
en los campos de batalla y el cercenamiento de sus Derechos en términos de
ejercer su libertad de elección.
La noticia fue recogida por prestigiosos medios alrededor del mundo como
la BBC News[1],
El país[2] y el New York Times. Este
último dedicó su portada del 27 de marzo y en su extenso reportaje narra parte de la historia de Yeimi Sofía Vega, pequeña que salió de su
casa a los 13 años para ingresar a las filas de la guerrilla y dos años más
tarde murió a raíz del bombardeo al campamento donde se encontraba. El
periodista evidenció el hecho de que el campamento estaba repleto de individuos
más jóvenes que habían sido reclutados por el grupo guerrillero, y que el
operativo mató al menos a dos menores junto con Yeimi Sofía.
Es desconcertante, por decir lo menos, que la vinculación de menores a
la guerra se equipare con el tratamiento que de ellos se hace, una vez son
reclutados para los fines del combate. Es decir, la atroz presencia de niños
reclutados en las filas de movimientos insurgentes debe ser asumido como la degradación
del tratamiento del malestar de la cultura; pero también, y es lo más
preocupante, observar que cada acción de cada una de las partes en combate va
escalando niveles sin retorno, legitimando así la acción. La enunciación del
Estado se comparte con la enunciación del enemigo, borrando las fronteras del
decir.
El
amplio estudio llevado a cabo por el Comité Internacional de la Cruz Roja
(CICR), Los Niños en la guerra[3], determina, entre otras
cosas, que casi todos los conflictos modernos son conflictos internos que
afectan principalmente a las minorías étnicas, raciales o religiosas dentro de
las fronteras de un Estado y, sobre todo, a los sectores más pobres de la
sociedad. El estudio indica que “…demasiados niños han llegado a ser testigos
directos e indefensos de las atrocidades cometidas contra sus progenitores o
sus parientes. Son muertos, mutilados o encarcelados, o resultan separados de
sus familiares por diversas circunstancias. Alejados del entorno habitual,
incluso los que logran escapar no tienen certeza alguna de lo que el destino
les depara a ellos y a sus familiares... Como personas civiles, los niños
tienen derecho a que se respete su vida y su integridad física y mental. Las
disposiciones relativas a la prohibición de la coacción, los castigos
corporales, la tortura, las penas colectivas y las represalias se aplican a
todas las personas sin excepción y, por consiguiente, también a los niños”.
Ahora
bien, el Derecho internacional humanitario asigna una protección especial a los
niños por ser personas especialmente vulnerables. Más de 25 artículos de los
cuatro Convenios de Ginebra y de sus dos Protocolos adicionales atañen
directamente a los niños. Algunos ejemplos: “Las Partes en conflicto tomarán
todas las medidas posibles para que los niños menores de 15 años no participen
directamente en las hostilidades, especialmente absteniéndose de reclutarlos
para sus fuerzas armadas. Al reclutar personas de más de 15 años pero menores
de 18 años, las Partes en conflicto procurarán alistar en primer lugar a los de
más edad.” (Protocolo I, artículo 77, párrafo 2). “Aun cuando participen en las
hostilidades, contraviniendo esta prohibición, los niños soldados menores de 15
años que sean capturados por el enemigo seguirán recibiendo, de conformidad con
el derecho internacional humanitario, la protección especial debida a los niños.”
(Protocolo adicional I, artículo 77, párrafo 3). “En los conflictos armados no
internacionales, el Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra (artículo
4, párrafos 3c y 3d) estipula que los niños menores de 15 años no serán
reclutados ni participarán en las hostilidades”.
Cuando
el Estado brinda el soporte discursivo que lleva a identificar el lugar de un
menor reclutado como una máquina, desplaza el llamado a incidir decididamente
en el reclutamiento forzado, hacia la legitimación del objeto de su acción; en
este caso, la cosa-máquina es el niño, lo que crea una nueva realidad a pesar
de los protocolos y las convenciones internacionales. Es evidente el
cercenamiento de los Derechos de los menores en tanto se lo cosifica para
justificar cualquier atrocidad.
No, señor ministro. No. Los
niños no pueden ser objeto de guerra, aunque se demuestre su participación en
ella, la mayoría de las veces forzada. En lo fundamental, le digo: que los
niños hagan parte de esa maquinaria, no los hace en sí mismos sus máquinas.
[2]
https://elpais.com/internacional/2021-03-10/el-ejercito-de-colombia-bombardea-un-campamento-guerrillero-con-menores.html
[3]
www.icrc.org
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