viernes, 7 de octubre de 2022

Ciencia abierta (parte I)

 


El sintagma “ciencia abierta” no es un concepto, forma parte de la jerga con la que UNESCO intenta persuadir. Lo consideró en su Conferencia General, reunida en París en noviembre de 2021. Según la entidad, la idea se promulga en atención a los desafíos ambientales, sociales y económicos. Como la entidad no está a la altura de prever los huecos, sólo está para hacer —o simular— remiendos.

Enfrentar los desafíos ambientales 

Ahora bien, ¿hay desafíos ambientales? No, pues lo que se considera bajo ese capítulo no lo produce “el ambiente”, sino la actividad económica: el agotamiento de los recursos naturales, la pérdida de diversidad biológica, la degradación de las tierras, el cambio climático y los desastres naturales (entre ellos, los provocados por el hombre). Supuestamente “la población y el planeta” enfrentaría, estos fenómenos… Pero ¿es así? Vamos caso por caso. 

-         El agotamiento de los recursos naturales es el producto de la extracción indiscriminada de varias industrias, con el agravante de que muchos de sus trabajadores ven afectada su salud a causa de tal extracción. No se trata de que “la población” o “el planeta” ahora miren con sorpresa que los recursos naturales se estén agotando; el interés privado, sin miramientos hacia “la población” o “el planeta”, exprime la fuente hasta que se seca. ¿Acaso el capitalismo es un “contrato social” ético? 

-         La pérdida de diversidad biológica también es un efecto de prácticas económicas indiscriminadas: monocultivo, ganadería extensiva, plaguicidas, abonos, reducción de los hábitats naturales, gases de invernadero, basura, emisiones electromagnéticas, etc. ¿Acaso le importa al ganadero el efecto que tiene sobre la naturaleza el hecho de “tumbar monte” para abrirle espacio a sus reses? ¿Acaso le importa al gran cultivador el efecto que tienen los químicos que utiliza? ¿Cuál es la “población” a la que se refiere la UNESCO?: el que vende su cosecha al mejor precio o el que sufre la contaminación del río que antes le suministraba el agua o el alimento? 

-         La degradación de las tierras también es un efecto de prácticas económicas indiscriminadas: la minería a cielo abierto —tanto la autorizada como la ilegal—, la deforestación, los químicos, la colonización. No es la población, en abstracto, la afectada, sino aquella cuyos recursos económicos se ven perjudicados por estos resultados. La colonización, por ejemplo, no es simplemente una acción de personas que desconocen la ecología; la colonización es un resultado del desempleo estructural que produce el capitalismo. La frontera agropecuaria se ha ampliado introduciendo normas posteriores a las posesiones milenarias; y cuando eso no funciona, se expropian indígenas y campesinos a la fuerza, con ejércitos públicos y privados… que siguen operando después de una juiciosa restauración en el papel. 

-         El cambio climático no es un capricho de “el planeta”, no es una afrenta para “la población”. Es el producto de los gases de invernadero, que no es capaz de producir “la población”, pero que sí es capaz de producir la industria, una industria que sabe que está trastornando el clima, pero que lo único que le interesa es la acumulación. Y claro que la industria ha ido aprendiendo a cambiar procedimientos y materiales, pero sólo porque ese cambio le garantiza las ganancias; y algo han tenido que ver las protestas, los comités de ética, las reglamentaciones… pero se las arreglan para restringir sus alcances, pues son cercanos a aquellos que ocupan los escaños donde se originan las normas. 

-         Los desastres naturales no afectan a “la población” de forma homogénea. No es usual que los derrumbes ocurran en barrios de estratos altos (en ese caso, suele ser el resultado de la corrupción o de la violación de estándares de construcción por aquellos empresarios que, de nuevo, buscan la acumulación). Los derrumbes, las inundaciones, los temblores… tienen un componente natural, claro está, pero afectan —en gran medida— en función de la estratificación social. A raíz del Covid-19, por ejemplo, se ordena una cuarentena que sólo puede ser cumplida por los que no trabajan para ganarse el pan día a día; para que hubiera electricidad, agua, telefonía, internet, envíos a domicilio, suministro de alimentos, etc. que garantizaran la cuarentena, tenía que haber trabajadores que no podían entrar en cuarentena. 

No se enfrentan los “desafíos ambientales” —eufemismo sacado de la cornucopia de los publicistas— si no se entienden sus causas. O, mejor: este llamado de la UNESCO a enfrentar los desafíos ambientales es una manera de ocultar las causas.


Horizonte de las soluciones

UNESCO considera que los anteriores “desafíos” se pueden enfrentar con ciencia, tecnología e innovación, con el fin de producir “soluciones que satisfagan las necesidades humanas, mejoren los niveles de vida y el bienestar de las personas, favorezcan la sostenibilidad ambiental, fomenten el desarrollo social y económico sostenible y promuevan la democracia y la paz”.

¡Excelentes propósitos! Pero hay dos tipos de propósitos: aquellos que consultan las condiciones de posibilidad y, en consecuencia, se convierten en un incentivo para el trabajo; y, de otro lado, aquellos que no consultan las condiciones de posibilidad y, en consecuencia, se convierten, más bien, en un obstáculo, pues cualquier intento en esa dirección tiene, en gran medida, garantizado el fracaso. Este tipo de propósitos se vende mucho en la política. Lo vende la UNESCO.

Veamos: 

-         “Satisfacer las necesidades humanas”. Otra vez, ¿se trata de “la humanidad”? No. En 2021, año de la Conferencia General de la UNESCO que comentamos, 828 millones de personas padecían hambre. Y ese alto porcentaje de “la humanidad” no está repartido aleatoriamente en los estratos sociales, está en los pobres. ¿Será que la entidad tiene la capacidad de resolver las relaciones económicas y geopolíticas que tienen muriendo de hambre al 10% de la población mundial? 

-         “Mejorar los niveles de vida” escapa en gran medida a los propósitos y tiene que ver, más bien, con los efectos de la economía. Si hoy tenemos mejores niveles de vida no es por la buena voluntad de las entidades multilaterales, sino por las conquistas que ha logrado el capitalismo con las que, al mismo tiempo, se enriquecen, cada vez más, los propietarios. No se trata de un obsequio, no se trata de solidaridad, se trata de un efecto que no le quita nada al que ya tiene, pero que sigue produciendo riqueza y ahondando la diferencia social. 

-         Lograr el bienestar de las personas” es un propósito que excluye, paradójicamente, a las personas. ¿Acaso es predecible aquello que nos produce bienestar? Por eso no hay que preguntarles, sino considerarlas como una especie animal que nace —y para eso se necesitan médicos y hospitales—, crece —y para eso se necesita comida—, se reproduce —y para eso se necesitan notarías— y, finalmente, muere —y para eso se necesitan funerarias y cementerios—. Es el ser humano considerado desde una perspectiva etológica. ¡Qué filosofía tan pobre! Basta con leer a Ortega y Gasset para recordar que somos una excepción, que no vinimos a sobrevivir, que perfectamente podemos no reproducirnos, que queremos que no nos sorprenda la muerte, porque, a diferencia de los animales, sabemos que estamos vivos y que vamos a morir. ¿Cómo pretender el bienestar de las personas? La UNESCO ¿buscará el bienestar de aquel que le gusta hacer la guerra?, ¿de aquel que le gusta explotar el trabajo?, ¿de aquel que le gusta maltratar a las mujeres?, ¿de aquel que se quiere comer el último ejemplar de una especie próxima a la extinción? El bienestar de algunos produce el malestar de otros. 

-         “Favorecer la sostenibilidad ambiental”. Parece un enunciado dirigido a los industriales: exploten ustedes los recursos naturales, con tal de que se mantenga el estado del ambiente. En unos casos, como el de los bienes no renovables, no hay manera de garantizar la sostenibilidad ambiental. Sabemos que ya existe la tecnología capaz de reemplazar el petróleo y el carbón, pero hasta que no se seque el último pozo, hasta que no se explote la última mina, el capitalismo no va a dar el paso definitivo de las energías alternativas, entre otras porque son más costosas y producen menos ganancias. Sacrificio de la sostenibilidad ambiental hasta obtener la última ganancia de los bienes no renovables. En el caso de los bienes renovables, se trataría de una inversión, más que de un costo. Con todo, la crisis ambiental tiene origen en la industria, como hemos dicho. El empresario que hace un empaque para cada palillo, para cada 16 g de azúcar, para cada pitillo… ¿está pensando en la sostenibilidad ambiental o en su negocio? Cuando nos estamos ahogando en plástico y se habla de la posibilidad de poner un freno, los industriales del sector inmediatamente ponen el grito en el cielo: ¡Nos están obligando a dejar sin trabajo a muchas personas!, ¡Nosotros también tributamos!, ¡Nos están violando el derecho al trabajo! El que obtiene carbón y el que se sirve de él para mover su industria, ¿acaso no sabe de los efectos que tiene tanto la extracción como la combustión de dicho mineral? El que extrae petróleo y ACPM, el que se sirve de ellos para mover su industria, ¿acaso no sabe de los efectos que tienen su extracción y su combustión? Para no ir más lejos: el dueño de un carro, de una moto, el que toma el transporte público, ¿no sabe que contribuye a producir polución? 

-         “Fomentar el desarrollo social y económico sostenible”. Otra vez estamos ante un discurso para industriales. Se da por entendido que sólo con su venia algo podrá mejorar. Ya vimos, en una entrega anterior del Observatorio pedagógico de medios (“Fracaso de Cop26 ¿cantado?”, de noviembre 15 de 2021)[1], que los grandes países industriales no quieren saber del asunto. ¿Podrá la UNESCO? La economía no se mueve principalmente por buenos propósitos. Día a día hay éxitos y fracasos en las propuestas de empresas y negocios en el campo económico. Eso quiere decir que no hay sostenibilidad económica, que la economía es un juego de tensiones permanente, que tiene sus crisis e intenta levantarse. Cuando se pensó en la posibilidad de una “economía sostenible” —no era la expresión del momento, pero sí la idea—, se creó en la URSS lo que se llamó la Nueva Política Económica. Gracias a que estamos a distancia de ese momento podemos saber hoy que el grado de integración entre las economías es fundamental para determinar el estatuto de cada una. Si efectivamente se hubiera podido lograr el “desarrollo social y económico sostenible” del que hoy habla la UNESCO, las repúblicas socialistas soviéticas cubrirían el mundo entero. 

-         “Promover la democracia”. Acá se considera que ‘democracia’ es una cosa buena. No preguntar en qué momento nació el concepto de ‘democracia’, pues ya esa bondad empezaría a resquebrajarse: la dictadura del demos, del pueblo, no era la dictadura de todos… ¿a quién le iban a dictar? Era, más bien, la dictadura de los hombres libres, o sea, no de los esclavos, no de las mujeres. Y por supuesto que el concepto se ha adaptado a contextos distintos, pero en ningún caso se trata de una modalidad de gobierno igualitaria, justa, sin exclusiones… ¡como separada de las condiciones económicas! Por ejemplo, en Colombia se vende la idea de que política es lo mismo que tener derecho al voto y que esto es lo mismo que democracia. Es la "ley del embudo": si salen favorecidos los que le pueden dar ‘sostenibilidad’ —ahí sí— al capitalismo, se habla del triunfo de la participación; pero si salen favorecidos otros que no tan claramente pueden ofrecer esa sostenibilidad, pues se roban las elecciones, como en el caso de Rojas Pinilla, según el mismo ministro de gobierno de la época. Incluso, está la opción de un golpe de estado, como en Chile. Esa es la democracia: pobreza absoluta y riqueza desmedida; salud precaria y salud prepagada; educación deficiente y educación de élite; ejecuciones extrajudiciales, asesinato de líderes sociales… todo a nombre de “tenemos los mandatarios que nosotros elegimos”. 

-         “Promover la paz”. Curiosa expresión que parece provenir más bien del campo de los mal llamados “comunicadores”. ¿Cuáles son las condiciones que producen las tensiones en el interior de las sociedades y entre las sociedades? Eso no parece importar, pues el comunicador ha sido convocado a “promover” a “hacer propaganda”, independientemente de que el producto promovido sea perjudicial, independientemente de que la propaganda sea mentirosa. En lo que se podría trabajar es en la manera de tramitar el conflicto, no en eliminarlo, pues la tensión es constitutiva de la manera como estamos hechos los sujetos y de la manera como se producen las sociedades. ¿“Promover la paz” cuando el capitalismo está buscando mercados para sus productos, pasando por encima de las diferencias culturales? ¿“Promover la paz” cuando la edificación del capitalismo pasa por la expropiación y por la explotación? ¿“Promover la paz” cuando el sentido del régimen político es legitimar las condiciones de reproducción del capitalismo, lo cual implica reprimir la protesta, intimidar la lucha social, eliminar a los líderes? Acabamos de tener un gobierno que decía “promover la paz”, pero que hizo lo posible por pulverizar los acuerdos a los que se había llegado con las FARC. 

De nuevo en este caso, el horizonte de las soluciones habla de un homo sapiens en sentido etológico, de una horda homogénea que, si bien tiene problemas, debe asumir conjuntamente las soluciones. De nuevo un ocultamiento de las causas.

(Continuará...)



[1]      http://observatoriopedagogicodemedios.blogspot.com/search/label/Pacto%20clim%C3%A1tico 

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