martes, 21 de octubre de 2014

Integración latinoamericana y cambios en la Hegemonía ¿Hay cambios en la hegemonía?


El concepto de hegemonía y su contraparte, la ‘contrahegemonía’, han vuelto a ponerse de moda, aunque no se discute con la misma intensidad su contenido cultural y político.

El significado político ha cobrado relevancia, a propósito de los 100 años del inicio de la I Guerra Mundial y en coincidencia con los últimos acontecimientos geopolíticos ocurridos en el mundo durante el año 2014 (Gaza, Siria, Irak, Ucrania, Escocia, Cataluña, China, BRICS) y de la sucesión de elecciones presidenciales en países latinoamericanos (Colombia, Brasil, Chile, Bolivia, Ecuador, Uruguay), en las que están en juego modelos económicos y alineamientos internacionales, así como la continuidad o ruptura de experiencias progresistas.

Cuando se habla de hegemonía, en términos geopolíticos, se puede estar hablando de muchas cosas distintas al mismo tiempo, aunque es cierto que todas guardan alguna relación, excepto tal vez cuando se trata estrictamente de cultura. Alguna de esas versiones pueden ser:

Hegemonía como dominación

El concepto geopolítico surge en el siglo XVII, después de la primera guerra de 30 años (1618-1648) o Guerras de religión, que terminaron en el Tratado de Westfalia[1]. En ella se consolidan los Estados-nación en Europea como soberanías que podían imponer incluso la religión. La pregunta que surge es: ¿quién impone el orden en Europa? Los Estados-nación se posicionan. Adquieren primacía los que han logrado más alto grado de centralización y unificación, o sea Estado-Nación y mercado interno. Dichos Estados-nación se basan en lo que Wallerstein llama eficiencias económicas (productivas, financieras, comerciales) y eficiencias de integración (unificación política y cultural) [2]. Es decir, los capitalismos más avanzados.

La segunda guerra de los 30 años (1789-1816), conocida como ‘guerras napoleónicas’ enfrenta a la potencia continental, Francia (continentalismo), con la potencia atlántica, Inglaterra (atlantismo). Francia cede su lugar a Inglaterra como potencia hegemónica, cuando ya era centro del sistema mundo.

En la tercera guerra de los 30 años (1914-1945), la hegemonía se la disputan nuevamente atlantistas y continentalistas, pero esta vez ya no latinos y germanos sino dos potencias germánicas: teutones y anglosajones.

La Guerra Fría es un intervalo de 40 años, que se inicia en Berlín en 1949 con la creación de la República Federal Alemana (RFA) y en Bruselas con la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y termina en Berlín, en 1989, con la caída de El Muro. Es la guerra de la bipolaridad entre dos centros: ¿Atlantistas y Continentalistas? ¿Germanos y eslavos? ¿Oriente y Occidente? ¿Ortodoxos y protestantes-católicos? ¿Europa y Asia? ¿Europa occidental y oriental? ¿Entre capitalismo y socialismo? Esta última fue la lectura obvia durante la Guerra Fría. Pero ¿por qué persiste el antieslavismo y la animadversión contra Rusia, cuando ya no gobierna allí ni el bolchevismo ni comunismo ni los soviets?

Esto no es imaginación. En el mundo unipolar Estados Unidos mantiene, contra Rusia y posibles potencias rivales como China, 823 bases militares en 130 países en todo el mundo; un presupuesto militar de 738.000 millones de dólares para 2014. Estas son cifras astronómicas. Es aproximadamente el 5% del PIB de Estados Unidos o el 25% del PIB de Rusia[3]. La Guerra de las Galaxias no gastó ni la mitad de eso. En ese entonces EE. UU. no necesitó el poder militar para derrotar a la Unión Soviética porque la derrotó económicamente. ¿Será que ahora va a necesitar el poder militar para derrotar a Rusia y a China?

Terminada la guerra fría, el mundo sigue siendo un mundo de estados-nación y la importancia de cada uno en el mundo depende de la capacidad para defender sus intereses contra otros estados-nación, dice Giddens, La tercera vía. Esta parece ser la causa de la animadversión contra Rusia: la capacidad de defender sus intereses. Volvemos al mundo unipolar, pero hay países importantes que son los que tienen: i) gran población, ii) gran territorio, iii) gran PIB, y iv) gran industrialización. Rusia tiene todo eso, además de un gran poder nuclear que, aunque es apenas la quinta parte del de Estados Unidos, es el doble del de Inglaterra y Francia juntas y, en todo caso, cualitativamente es suficiente como poder destructivo. Pero sobre todo, Rusia tiene más historia e identidad que los Estados Unidos.

La hegemonía como competitividad

El centro y la periferia como conceptos están claramente definidos como relación de subordinación. Pero la hegemonía no se refiere a eso, sino a la relación entre los propios países del centro. En este caso, una potencia es hegemónica cuando logra que sus productos sean competitivos aún en los mercados de los demás Estados del Centro (Wallerstein, 2007). Teóricamente ya no estamos en el mundo de la OTAN sino en el mundo de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y los Tratados de Libre Comercio (TLC). Es decir, la hegemonía ya no es el poder de imponer el orden por la fuerza sino a través de sus logros económicos.

Históricamente esta hegemonía ha dado algunas vueltas: del Mediterráneo al Atlántico (de Venecia y Sevilla a Amsterdam y Londres); de Europa a América (de Inglaterra a Estados Unidos); del Atlántico al Pacífico (de Nueva York a Tokio); de Japón a China. ¿Será China un competidor a vencer económicamente o militarmente? Cuando la Asia Pacific Economic Cooperation (APEC) no funcione, ¿se recurrirá a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, en inglés) y a la alianza Australia- Nueva Zelanda- Estados Unidos (ANZUS, en inglés)? Estos son vestigios de la Guerra Fría. ¿Para qué estas alianzas militares si ya no hay Guerra Fría?

En América Latina pasamos del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) al ALCA. El ALCA no funcionó y entonces fue remplazado por los Tratados de Libre Comercio (TLC) individuales. La alternativa al ALCA, que fue el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y que amenazaba con expandirse hacia la Unión de Naciones de Suramerica (UNASUR) como bloque también económico, al tener como asociados al Mercosur a Chile, Bolivia y Ecuador, empezó a ser socavada por la Alianza Pacífico. En ambos bloques, de todas formas, Brasil y México son hegemónicos respectivamente. O sea las mercancías de Brasil son competitivas en Mercosur y las de México en la Alianza Pacífico.

Pero en la relación con el centro, la relación entre Estados Unidos y México es aún más desigual: México importa 350 mil millones de Estados Unidos, y exporta la mitad (186 mil millones en 2013) [4]; o sea que Estados unidos le arrebató a México un mercado casi tan grande como el de Chile. Así mismo, en la relación Europa y Brasil, las empresas automovilísticas europeas (alemanas) repatrían el doble de lo que invierten en Brasil (24 mil millones, frente a 12 mil millones en 2013), es decir, someten a Brasil a un proceso de Desacumulación o sea de subdesarrollo.

Pero frente a la posibilidad de que todo esto deje de funcionar, la presencia norteamericana en América Latina y el Caribe es de 21 bases militares. Además, Colombia es el candidato para convertirse en el enclave de la OTAN en Suramérica, es decir, en el Israel de América del Sur, y ya sabemos cómo se las trae Israel.

La hegemonía como Bloque Histórico ¿un plebiscito de todos los días?

¿Cuál es la definición de hegemonía como bloque histórico que nos gusta? ¿La que dice que es la dirección intelectual y moral de la sociedad por parte de una clase? ¿La que dice que es el consenso en torno a los intereses de una clase como si fueran los intereses de toda la sociedad? ¿La que dice que es el logro de la complicidad de los dominados con la dominación?

Cuando hablamos de nuevas hegemonías o de contrahegemonías ¿a qué nos estamos refiriendo? Puede ser a alguna de estas opciones, en orden ascendente o descendente, como se prefiera:


  • Alternativas a la civilización occidental: ¿Por el modo de vida precolombino? Después de la historia de 500 años no es posible volver a ello. Las etnias autóctonas son hoy las del siglo XXI, no las del siglo XVI. Se les reconocen todos los derechos, menos la inviolabilidad de la propiedad. Cuando la reclaman, ahí se vuelven terroristas, como dice un expresidente colombiano.
  • Alternativas a la modernidad: ¿Por las relaciones tradicionales? ¿Contra la secularización, contra la igualdad jurídica, contra la libertad individual? ¿A qué sectores atraería? A muchos, a las Iglesias y a sectores conservadores atados a la propiedad de la tierra.
  • Alternativas al capitalismo: ¿Por el estatismo, el cooperativismo? El problema es la propiedad. Sólo atraería a las víctimas directas: los trabajadores y los expropiados.
  • Alternativas al desarrollismo: ¿Contra el crecimiento económico, contra la infraestructura? ¿Contra la productividad? ¿Es posible una estrategia de desarrollo no desarrollista?
  • Alternativas al extractivismo: ¿Por el desarrollo sostenible? No hay desarrollo sostenible. El desarrollo es el nombre de la acumulación capitalista. Solo el anticapitalismo es alternativa sostenible.
  • Alternativas al neoliberalismo: Esta posibilidad es superficial y más cercana: por un proyecto que incorpore el trabajo en la nación y en la globalización. Es decir, un proyecto productivo y antiespeculativo. Un proyecto redistributivo.

Todas las alternativas tienen cabida dentro del sistema, menos el anticapitalismo. La ONU las reconoce todas. Hay nombres para todas: contra la pobreza, por la equidad de género, por la inclusión, por la interculturalidad, por la infancia, por el medio ambiente, por los derechos culturales, contra la tortura, etc. No es que esto no sea importante sino que no habla de una nueva hegemonía, ni de otro bloque histórico. Sólo cuando se plantea una alternativa al sistema, o sea cuando se pone el acento en modificar la distribución de la propiedad, la riqueza y el ingreso, aparecen unificadas las fuerzas del capital y las fuerzas tradicionales aliadas, como el latifundismo, el sector financiero y los medios de comunicación del sistema. Y toda forma de represión se vuelve legítima, desde la tortura hasta el genocidio.


¿Nueva hegemonía cultural y mediática?

La hegemonía no es mayoría ni es homogeneidad. Es una manera de ver el mundo que permite construir un consenso razonablemente estable. El consenso es que los intereses de las clases dominantes son los intereses de toda la sociedad. Por tanto, la hegemonía no es la de una cultura sobre otra (del alfabeto sobre la imagen o viceversa), ni de una institución sobre otra (los medios sobre la escuela). Es la de unas clases sobre otras, independientemente de que sus mensajes sean narrativos o argumentativos, etc.

La hegemonía se construye sobre todo nacionalmente. Es decir, en la misma lengua nacional. Hoy la hegemonía es la del capital sobre el trabajo. ¿Y los medios? ¿A quién pertenecen los medios? ¿Cuál es su discurso de modernidad, de democracia, de libertad? Pues el de los empresarios, que es el nuevo ideal de ciudadano, el emprendedor. La comparación entre la forma en que se presenta a Evo Morales y a un empresario brasileño en la prensa de ese país es reveladora: el empresario es la encarnación de lo bueno, lo bello, lo verdadero, lo exitoso, lo moderno, etc. Evo es todo lo contrario.

No existe un sujeto social llamado medios; existen sectores sociales que tienen medios: los empresarios, los trabajadores, las mujeres, los grupos étnicos, comunidades locales, etc. ¿Por qué será que los más exitosos son los medios de los empresarios? Porque los otros no alcanzan a afectar la esfera pública nacional y, por tanto, tampoco la toma de decisiones vinculantes.

¿Existen medios globales? No, pero existen tres medios con vocación global. Tres son los casos que se pueden mostrar: BBC, CNN y TELESUR. Los tres representan a la vez tres modalidades de política mediática:

  • la BBC es el prototipo de lo que se conoce como Servicio Público; se supone que representa a la nación, en este caso la nación-imperio, de donde deriva, como rezago, su vocación global; algo así como ‘el mundo es territorio británico’ a la manera en que pensaban los romanos. Se supone que su énfasis es informativo y cultural.
  • CNN: es el prototipo del medio privado empresarial. Es decir, funciona como empresa y sirve al empresariado. Su fuente de financiación se confunde con la finalidad: lo publicitario. Entiende el mundo como un gran mercado para Estados Unidos y sus empresas. De ahí su vocación global.
  • TELESUR: Es el prototipo del medio Estatal-gubernamental. Su financiación es pública. El mundo es todo un escenario de resistencia contra el capitalismo global. De ahí obtiene su vocación global. Es el típico medio antisistémico, cuya prioridad es propagandística. Tiene la virtud de no esconderla detrás de la publicidad o la información.

Este último es el único que puede aspirar a un papel contra-hegemónico, es decir, anti-sistémico a escala global. Los demás medios nacionales no pueden porque son subordinados nacionales de los intereses globales; los comunitarios y alternativos tampoco, porque no alcanzan a afectar la esfera pública nacional y menos la internacional.

Lo más importante, sin embargo, es que la hegemonía es un asunto de la esfera pública nacional, del Estado-nación, no es global; por otro lado, no se construye desde los medios, sino, al contrario, desde los sectores sociales que tienen medios para influir en la esfera pública nacional. La nueva hegemonía es un asunto de poner al Estado y a la sociedad a discutir: ¿cómo van a entrar en la esfera pública los sectores sociales que no tienen medios?

Ese es el panorama actual. Sin embargo, la preocupación es otra: más que una nueva hegemonía anti-sistémica, ¿no estaremos más bien inmersos en una nueva guerra de 30 años (1989-2014, y en adelante, nótese la simetría con el período 1789-1816) en el sistema-mundo capitalista? ¿No es una nueva lucha por la hegemonía entre los países del centro, no sólo política sino en económica? ¿Cuáles son los candidatos a suplantar a Estados Unidos? Parece que Rusia en lo político-militar y China en lo económico. ¿Tendremos una nueva guerra final para dirimir tal controversia, antes de socavar el sistema?

Notas
[1] WALLERSTEIN, Emmanuel. La crisis estructural del capitalismo. Bogotá: Desde abajo, 2007.
[2] WALLERSTAEIN, Immanuel. El moderno sistema mundial (I). La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI. Madrid: Siglo XXI, 1979.
[3] http://www.elcaptor.com/2013/12/economias-mundo-paises-pib.html: 2014-10-17
[4] http://www.cnnexpansion.com/economia/2013/11/01/mexico-rezagado-como-proveedor-a-eu Recuperado 2014-10-17.