martes, 29 de octubre de 2013

El Doctor Cuero: De la nada a la NASA ¿de la NASA a la nada? Tampoco…




El debate sobre los méritos del Doctor Cuero, evidenciado por el artículo del profesor Rodrigo Bernal* (El Espectador, 2013-10-24), titulado Cuestionamientos al científico colombiano. Los dudosos honores del científico colombiano Raúl Cuero, es un excelente ejemplo de los debates espurios contemporáneos sobre la legitimidad y la pertinencia de la Academia y de la Investigación.

 
¿Por qué espurios? Por una razón elemental: mientras el profesor Bernal habla desde los argumentos y las prácticas científicas, los periodistas hablan desde la lógica y la justificación mediáticas, que en este caso son dos: por un lado, la audiencia, la cual requiere una narrativa; y por otro, el conglomerado económico, que requiere ingresos para la empresa RCN y de paso para el salario de los periodistas. Por su parte, el doctor Cuero (entrevista en RCN, 2013-10-24), cuyas investigaciones no se juzgan aquí –por falta precisamente de idoneidad nuestra en su campo de estudio-, habla desde la lógica empresarial y política de la eficiencia y la utilidad.
 
En efecto, la validez científica de algún descubrimiento se basa en el principio impuesto por la Royal Society de Inglaterra en el siglo XVII, según el cual “los sabios deben juzgar a los sabios”. Esta máxima ha sido reforzada por el sociólogo de la cultura Pierre Bourdieu, para quien los intelectuales, tanto en el campo científico, como académico o artístico, son los “productores para productores”, es decir, aquellos que someten sus producciones al juicio de sus pares, o sea, al juicio de personas que son igual o más competentes que el autor. Por tanto, una producción científica no puede ser certificada sino por un científico igualmente reconocido.
 
Esa es la razón por la cual se busca si alguien publica en Nature o Science, las dos grandes publicaciones de las Ciencias Naturales. Como bien lo expresa el profesor Bernal, “Porque una patente o un artículo científico están sujetos a una minuciosa evaluación por parte de investigadores de alto nivel, que revisan en detalle cada afirmación, cada proceso, cada resultado”. Y quien puede hacer esto no es un periodista, ni un funcionario público, ni un empresario, sino otro científico. De esto deduce el periodista Iragorry, premio Planeta de Periodismo, que nadie lee lo que escriben los académicos (Noticias RCN, 2013-10-24). Claro, porque no son lecturas para periodistas.
 
Los medios hablan desde su propia lógica, la lógica mediática y económica. Yolanda Ruiz se queja con razón de que los académicos en general desprecian a los periodistas, por considerar que su conocimiento es superficial y que trabajan con información efímera o algo por el estilo. Tiene razón, pues a veces los académicos no entienden que los periodistas trabajan con la actualidad y no se pueden tomar todo el tiempo que requerirían los análisis académicos. Pero, concedido esto, hay que decir que la lógica mediática es un poco más que actualidad.
 
En efecto, un relato mediático, para que tenga audiencia, debe tener una dramaturgia. Esa dramaturgia se basa en la lógica del héroe, es decir, en una leyenda. En nuestro caso, la leyenda dice que el Doctor Cuero pasó de la pobreza en Buenaventura al centro de la ciencia mundial en la NASA. Este relato es por sí solo llamativo para alguien que no sabe nada de ciencia pero que sabe que la NASA es la agencia de los viajes espaciales. Además, haber logrado llegar a algún tipo de trabajo para la NASA es un mérito indiscutible. Este relato está basado en la verosimilitud, es decir, en la estructura de la ficción, no en la verdad científica. Por tanto, si son ciertos o no los logros científicos del personaje, no importa. Lo importante es la carrera épica del héroe.

La otra característica mediática del relato es que tiene que crear una verdadera dramaturgia en la propia producción de la noticia. Por eso, al mismo tiempo que se está leyendo en la radio el artículo publicado en El Espectador, se está hablando por teléfono con el Doctor Cuero para que refute los argumentos del profesor Bernal, creando un verdadero conflicto que tiene más de espectáculo que de verdad (en la FM los ponen al aire simultáneamente). Es decir, lo importante para el medio, y también para el protagonista, es precisamente el protagonismo, la visibilidad mediática.
 
Y aquí viene la tercera parte de la discusión: los argumentos del Doctor Cuero. Ante las acusaciones de que no es cierto que tenga las patentes que dice tener, y de que los artículos publicados son muy pocos y de que los premios son sólo certificaciones de rutina, la única respuesta que se logra identificar es que las patentes pendientes también son patentes (ver objeciones en el artículo del profesor Bernal).
 
Quiero resaltar, sin embargo, lo que me parece sustancial de la respuesta. En 1978 el filósofo francés Francois Lyotard escribió el famoso informe sobre el saber titulado La condición posmoderna. En ese momento, su argumento era más o menos este: los agentes universitarios ya no se preguntan si lo que se aprende es verdad, sino si lo que se enseña se vende y funciona. Es decir, si le sirve al capital y al poder. El doctor Cuero parece estar en esa lógica, pues se defiende –o más bien contraataca– diciendo que no le interesa tanto la publicación como la innovación y la creación, que eso le permite conseguir financiación para los prototipos en Estados Unidos a través del capital de riesgo, que no existe en Colombia. En una palabra, es más importante lo útil que lo verdadero. Esa también es una lógica extra-académica.
 
Las tres partes del debate tienen razón en su campo. El profesor Bernal está diciendo cómo se construyen las legitimidades en el campo científico; los periodistas, cómo se construye la credibilidad en el campo mediático; y finalmente, el Doctor Cuero, cómo se consigue reconocimiento económico y político para un científico funcional al capital y al poder. Debería estar claro que los académicos no son periodistas ni divulgadores, que los periodistas no son científicos y que los científicos y los inventores no tienen que ser críticos.
 
Pero, entonces, queda una pregunta: ¿por qué un científico termina en un debate mediático sobre su persona, en vez de estar en un debate científico sobre sus descubrimientos e innovaciones? Primero, porque es lo único que se puede hacer desde el periodismo, como ya se explicó, es decir, los medios y los periodistas no están calificados para hacer debates científicos, sino para hacer relatos sobre las personas y crear controversias personales, no científicas.
 
Pero del lado de los científicos surgen dos sospechas: la hipótesis de Bourdieu, en su pequeño libro sobre la televisión, dice que cuando un científico tiene que buscar legitimidad en los medios y en la política, es porque tiene poca legitimidad entre los colegas del mundo científico. Sin embargo, obtener 13 patentes, e incluso una; trabajar en algún proyecto para la NASA y tener cabida como investigador en una universidad norteamericana, no son pocos méritos. ¿Por qué inflar los datos?
 
La otra sospecha nace del hecho de que en nuestro caso, ser promovido por El Tiempo y RCN, como dos de los más grandes medios del país tiene la ventaja de convertirse en el centro de una verdad, pero no de la verdad científica, que no es su función, sino de la verdad social del sentido común, que no es menos importante. Sin embargo, en Colombia esto tiene un pecado original: la verdad mediática es sobre todo la verdad oficial; y menos que eso, es la verdad de tres grupos económicos.
 
Aparecen dos consideraciones al margen: el doctor Cuero se considera perseguido, por un lado, por no pertenecer a lo que él llama la Main Stream de la investigación en Colombia; y por otro, por ser afrodescendiente. Estar fuera de la corriente principal es algo, una valoración positiva o negativa, que otros le atribuyen a alguien; si alguien se lo autoatribuye es por lo menos sospechoso. Ser afrodescendiente no hace a nadie ni mejor ni peor científico, es una condición extra-científica.

 
Referencias
 
  • Bernal, Rodrigo (2013). Cuestionamientos al científico colombiano. Los dudosos honores del científico colombiano Raúl Cuero. Bogotá: El Espectador, 2013-10-24.
  • Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Barcelona: Anagrama, 1995.
  • Bourdieu, Pierre. Sobre la televisión. Barcelona: Anagrama, 1997.
  • La FM: Entrevista al Doctor Cuero, 2013-10-24: http://www.lafm.com.co/noticias/raul-cuero-el-cientifico-148226
  • Lyotard, Jean-François. La condición postmoderna. Informe sobre el saber. México: REI-México, 1993.
  • RCN, La Radio (2013). Entrevista al Doctor Cuero, al aire, 2013-10-24.

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