lunes, 26 de febrero de 2024

Posthumanismo y pedagogía crítica

 

La pedagogía no se puede/debe distraer, la pedagogía es una dimensión contraria a la desatención, es una praxis insomne. No sólo porque la realidad desborda las concepciones o esquemas de comprensión que en algún momento nos hicieron sentir seguros también porque el ámbito esencial de la pedagogía, el lenguaje, es un ser vivo, dinámico, mutable en rigor.

Otrora la palabra “humanismo” cubrió una semántica que parecía perenne, que se presentaba como la manifestación definitiva, buscada y por fin develada durante tantos siglos, mediante tantas fatigas y vicisitudes de los hombres. El Renacimiento era el humanismo exaltado por genuino, por esencial. Ahora y en el aquí, dicha semántica se percibe como precaria, insatisfactoria, limitada, unilateral, injusta. Las palabras y los conceptos luchan denodadamente contra el paso del tiempo y quieren permanecer, por lo general pierden la partida. El humanismo es un vocablo, un concepto, una filosofía que está perdiendo fuelle después de haber brillado en la antigedad griega y romana, en el renacimiento, en la ilustración.

Distintas y múltiples instancias son la manifestación o la expresión en que se cuestionan, reducen, marginan, devalúan, superan el término y la concepción humanística. La ciencia, la filosofía, la epistemología, la tecnología, la política, la guerra, la ética, la cultura, la historia, la pedagogía, etc.

A falta de otras palabras un grupo de personas (escritores, científicos, filósofos, ingenieros, investigadores) usan las expresiones: posthumanismo y transhumanismo. Desde luego estos neologismos, estas, relativamente nuevas semánticas, dicen algo pero también generan reticencias y con frecuencia oscurecen antes que aclarar.



Grosso modo podemos indicar que desde puntos de vista profesionales, institucionales y disciplinares se han generado voces sobre el tema: abrimos el escenario con la mención del economista y empresario Klaus Schwab que en su libro de 2016 titulado La cuarta revolución industrial, describía nuestro mundo como transformado por las tecnologías convergentes de la inteligencia artificial, la biogenética, la nanotecnología, la robótica, la ciencia de los materiales y la impresión 3D. Dice el señor Schwab, que esta fusión de los sistemas biológicos, tecnológicos o físicos y digitales alteran nuestro realidad y su sentido de modo más profundo a como lo hicieron anteriores revoluciones tecnológicas.

A partir de esta constatación/percepción, a partir de esta enorme y radical superación proyectada de lo humano, se ubica, en la perspectiva de un más allá tecnológico del humanismo clásico y, se da a la tarea de hacer prospectiva no exenta de mucha especulación, la toma de palabra de los posthumanistas. Ellos anuncian la conquista o la inminente conquista de la singularidad tecnológica, la transferencia de mente, la modificación genética, la mejora cognitiva, la integral realidad virtual y la conciencia artificial. 

Este panorama es construido y alimentado mediante una especie de agenda o programa a realizar que tiene tres pilares: la superlongevidad, la superinteligencia y el superbienestar. El asunto de fondo y formulado de una manera abreviada de esta concepción/especulación es la idea nuclear declarada a los cuatro vientos de que el nivel tecnológico alcanzado nos coloca en el umbral de hacernos cargo de la propia evolución, tanto la natural como la humana; la evolución deja de ser una lotería, un azar, ahora es o está al borde de ser un asunto tecnológico o técnico. Desde luego esto incluye la eugenesia, formas tecnocientíficas de alterar nuestro comportamiento o lo que es lo mismo pero formulado de manera más vehemente: la alteración genética de nuestra moralidad.

Este planteamiento trashumanista, que considera que la ciencia y la tecnología son progresos que no deben limitarse a aspectos solamente terapéuticos sino a incidir sin ambages con el mejoramiento del ser humano y la naturaleza, lo denominan el biomejoramiento; esta línea argumentativa trashumanista hace unos pronunciamientos sobre el exceso o sobrevaloración que tienen los procesos y los esfuerzos humanos cuando ya es innecesaria semejante laboriosidad ya que contamos con la disponibilidad de la aplicación tecnocientífica que de manera más precisa y, sobre todo, más eficaz logra los mismos o mayores resultados.

Hemos dicho que no han sido pocas las voces que han tomado la palabra para darle el adiós definitivo a los humanismos con los que se asociaba el mundo clásico y el mundo moderno. Una voz distinguida y distinguible es, que duda cabe, la de Peter Sloterdijk quien inspirado en Friederich Nietzsche, considera que el humanismo será superado por el superhumanismo, el ϋbermensch. 

El autor de Normas para el parque humano (2000), opina que el humanismo moderno como modelo escolar y educativo ya ha pasado, es para él evidente que sistemas económicos y políticos propios de sociedad de masas no pueden ser organizados de acuerdo al camino cálido, amigable de las sociedades literarias como pretendió el humanismo clásico. Dice Sloterdijk:

“Unos objetos postales que ya no se reparten dejan de ser envíos a amigos posibles: se transforman en objetos archivados. También esto, es decir, que los libros canónicos de antaño poco a poca hayan ido dejando de ser cartas a los amigos y que ya no reposen en las mesillas de noche, ni en las de día, de sus lectores, sino que se hayan sumido en la atemporalidad de los archivos, esto también le ha quitado al movimiento humanista la mayor parte del empuje que tuvo alguna vez”. (p.85)

La contundencia crítica de Sloterdijk toma alas en Platón, Nietzsche y Heidegger para transportarnos a la esfera antropotécnica y al más allá donde se criará al ϋbermensch. Es en La Carta sobre el humanismo (1946), escrita un año después de terminada la segunda guerra mundial, en donde Peter Sloterdijk obtiene combustible para plantear este más allá humanista. 

La inspiración en Heidegger por parte de Sloterdijk hace un recorrido iniciando en la mención crítica a la búsqueda obsesionada de aquél de las esencias. El filósofo de Messkirch fustigaba las definiciones del hombre como animal racional y animal social. Consideraba que estas definiciones son ónticas y no ontológicas y que definían al ser humano en aposición al animal (animalitas). Decía el autor de Ser y Tiempo que este animale rationale como distintivo definitorio del hombre es un entendimiento del ser humano como animalitas aderezada con aditivos espirituales. 

Obviemos cuestionar a Heidegger por su pregunta por la esencia de la técnica, de la metafísica, del hombre, etc., y aceptemos la invitación al mundo o al sentido que deja vislumbrar su lenguaje, su decir. Ni afirmaciones ni negaciones a la técnica, ni tecnofilias ni tecnofobias, estas dicotomías ya no diseñan nuestra andadura. Las no cosas, Byung Chul Han (2021) generadas por la digitalización son una cristalización que sólo ha sido posible por el desocultamiento o develamiento del dasein, del ser humano. Se oculta o se olvida que somos desocultadores: nuestra esencia es no el ser abierto sino el ser en disposición permanente de apertura: nombre radical para la libertad. 

¿Pero acaso estos planteamientos post, trans y superhumanistas realmente son un más allá de las sociedades moderno-capitalistas? Se pueden plantear algunas dudas al respecto; existen perspectivas que recaban en la insistencia parcializada y errónea de los trashumanistas en la especie y en el cuerpo, olvidando la sociedad. Se crítica que estas corrientes post y transhumanistas se preocupan por el cuerpo que se vuelve obsoleto por los desarrollos instrumentales y que conduce a la obsolescencia de la fuerza de trabajo. De este modo cuerpo y especie no extinguen, ni mucho menos, la cuestión social y se resalta de este modo y con más ahínco los asuntos de la organización y los conflictos sociales.  

En una perspectiva distinta de la anterior requisitoria a los post y trans, la lectura actualizada de Comenio exhibe una vez más un uso no normalizado o naturalizado del humanismo, una desnaturalización de lo humano desde el autor de la Didáctica Magna (1998), quien afirmaba que el hombre tiene que ser educado, ya que no somos ni animales ni seres sometidos al albur de la historia. Ahora bien, la formación y su desempeño exitoso, tiene su caldo de cultivo en que el hombre es cultura y su nacimiento es el debutar al mundo simbólico, al mundo del lenguaje. Comenio ayudado desde Lacan es un heterodoxo humanista que se halla inmerso en un proceso de orden social producido opuesto al orden social recibido o transmitido del medioevo y la antigüedad. 

 Estas tesis críticas pueden ser o no compatibles con los posthumanismos. ¿Existe una esencia inalterable del ser humano como humano? Esa esencia es ¿cultura o es naturaleza?. Las respuestas pueden dar mensajes contra estas nuevas semánticas o, también, pueden tener no sólo parecidos de familia con ellas sino ser la continuidad de problemáticas planteadas siglos atrás. 

Diástole, sístole, …, ahora bien, controvertir al humanismo, significa también denunciarlo como relación de poder, como dispositivo colonialista, androcéntrico, clasista. Danna Haraway (1984), Rossi Braidotti (2019) y otras pensadoras han recabado acá. El humanismo es la construcción de un régimen de enunciación en que el sujeto prototipo es el varón/hombre blanco, europeo, hetero, propietario, católico/protestante. Lo demás es inferior, bárbaro, salvaje o alteridad. Esta humanidad, este humanismo, este canon de lo humano, es un régimen de poder-verdad, es la manifestación de un poder económico, político, militar y simbólico que recae en los subordinados. De tal suerte que desde este horizonte crítico lo posthumano tiene una perspectiva feminista, ecológica, anticolonial y anticapitalista. En ese orden de ideas Braidotti considera que el sujeto es una producción histórica con el propósito de desencadenar nuevas potencias y nuevos modos de ser. 

Para ir finalizando este documento síntesis, colosal vacío sería no mencionar a las artes: a la literatura, al cine, a la mitología. La ciencia ficción real es un buen suceso que produce: cosquillas, síntomas, malestares, inquietudes. Desde este ángulo es necesario y plausible pensar, preguntar: ¿la ciencia ficción o la tecno-ficción es humanista o posthumanista? Algunos quizá nos precipitamos en un más allá del dualismo y pensamos que la ciencia ficción es una anticipación como iluminación profana. Se dice a propósito de la literatura de ficción o de ciencia ficción que hay distintas maneras de tomarse en serio dicha producción. Ella, la ciencia ficción, obvio es entretenimiento calidoso, pero también es una ciencia o literatura científica del arte de lo posible. Podríamos decir que la diferencia entre el humanismo y el posthumanismo es que este último se tomó en serio la literatura de ficción o de ciencia ficción.

 

REFERENCIAS 

Braidotti, Rossi, (2019), Poshumano, Edit. Gedisa.

Comenio Johannes Amós, (1998), Didáctica Magna, Edit. Porrúa.

Han, Chul, Byung (2021), Las no cosas, Edit. Taurus. 

Haraway, Danna, (2020), Manifiesto Cyborg, Edit. Kaotica Libros.

Heidegger, Martin, (2000), Carta sobre el humanismo, Alianza Editorial, edición de bolsillo. 

Sloterdijk, Peter, (2000), Normas para el parque humano, Edit. Siruela

Schwab, Klaus, (2016), La cuarta revolución industrial, Edit. Debate.