martes, 15 de junio de 2021

Cuando la comunicación superó a los medios

 Jesús Martín-Barbero In Memorian

Ancízar Narváez M.

     


Jesús Martín-Barbero es sin duda una figura fundamental en los estudios de comunicación en Colombia y América Latina. Creo que el aporte fundamental está bien sintetizado en el título de su libro más conocido: De los medios a las mediaciones (1987). Como lo muestra bien el subtítulo (Comunicación, cultura y hegemonía), allí introduce en la discusión sobre la comunicación y los medios dos grandes desplazamientos: uno, los medios son algo más que tecnología (empresas monopólicas); y dos, más que ideología. 

En efecto, el fuerte de su interpretación se centra en que la comunicación depende de la capacidad de los receptores para verse representados en lo que él llamó las matrices culturales (Ver su libro de 1984: Procesos de comunicación y matrices de cultura). Una que llamó dramatúrgico-simbólica (de la cultura popular) y otra que denominó  ilustrada-instrumental (de la cultura letrada e intelectual). 

Eso explicaba la gran audiencia de los medios masivos, pues a pesar de que la televisión y los medios habían llegado a un altísimo nivel de tecnificación, la estructura de su programación, especialmente de la narrativa melodramática de la telenovela, como producto típico latinoamericano, era completamente arcaica. O sea, la cultura ilustrada servía para la tecnología mediática, pero para la dramaturgia mediática lo que funcionaba era la cultura popular de tradición oral. 

Esto ameritaba centrar los estudios de comunicación en la recepción y no tanto en la estructura organizacional, económica o tecnológica de la emisión. Es decir, en las mediaciones de la cultura de las personas y no en los medios de comunicación. Según mi interpretación, esto implicaba un desplazamiento del contenido como ideología de los medios a la narrativa de los medios como cultura, la cual se adaptaba más a las ‘competencias’, diríamos hoy, de los receptores. Colombia, decía Martín-Barbero, era “un país de rostro urbano y corazón campesino”. 

El programa de investigación que se estructuró en torno a este giro teórico desde principios de los años ochenta, acogido en buena parte por la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación, ALAIC, que llamó unas veces Estudios culturales latinoamericanos, otras Estudios de recepción, entre otros nombres, produjo resultados iniciales muy potentes para el entendimiento de la comunicación mediática. Sin embargo, parece que el entusiasmo se desvió demasiado pronto otra vez hacia los medios, pues nos volcamos hacia las nuevas tecnologías, los nuevos medios, las redes sociales, etc., y fuimos olvidando que la comunicación estaba en la cultura (las mediaciones) y no en las tecnologías (los medios). 

En la natural inercia del mundo académico, siempre es digno de reconocimiento todo aporte disruptivo que dinamice la controversia intelectual. Esta es una de las cosas que nos ha legado el profesor Jesús Martín-Barbero. Que la tierra le sea leve.

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